Es probable
que, desde Descartes, la filosofía occidental gire de modo que la primera tarea
de la misma, la filosofía primera, sea el pensamiento, o, mejor, el
conocimiento. Sólo después de definir qué es conocer, somos capaces de afrontar
qué debemos hacer o qué nos cabe esperar (Kant). Antes de Descartes, más bien
preocupaba qué es la realidad, qué da sustento a lo físico (Metafísica); ya
entrado el periodo del conocimiento, Leibniz lo formuló así: “¿Cómo es que hay
algo cuando muy bien podía no haber nada?”
Enmanuel Levinas pretende otro giro: “La moral no es una rama de la
filosofía, sino la filosofía primera” (Levinas, “Totalidad e infinito”, 1971).
De algún modo, parece que ya no tenemos que buscar “por qué” o “para qué” a la
dimensión ética, sino constatar y mostrar su sentido. ¿No cambia esto el modo
de afrontar nuestra historia?
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