Benjamín
sólo critica a Stalin tras el pacto con Hitler (Lilla, en “Pensadores
temerarios”). Su marxismo es, para su
amigo Scholem, la historia de un “teólogo extraviado en el reino de lo
profano”. Benjamín piensa desde la teología y la literatura. Su crítica
literaria es la visión de la verdad que sería inaprensible incluso para el
creador literario. ¿Encuentra en el materialismo un texto literario que
comentar? Lo cierto es que el socialismo real no resiste su mirada; ni tampoco
los marxistas (Brecht) entienden su trabajo: sigue haciendo teología. Para el
teólogo Scholem, Benjamín trata de unir teología y política: el marxismo
necesita la teología para desechar la fe en el progreso científico y abrir
“cada segundo de tiempo” al lugar por el que entra el Mesías. ¿Estaba convencido de que la pretensión
teológica de salvación se puede acelerar mediante la acción política?
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