Feyerabend
elabora un pensar sobre la ciencia como contra-inducción. No se da nada por
supuesto y se formulan hipótesis inverosímiles para promover búsquedas que no
se harían desde las explicaciones más racionales. En 2006, Dyson publica “El
científico rebelde”: la ciencia avanza por rebelión, no por evolución. Se
rebela, en ocasiones, contra el estatus social. En otras ocasiones, contra el
estamento científico. La rebelión contra el estatus social no abandona la
responsabilidad o la ética. Sin la ética, la ciencia ni da de sí todo lo que
puede dar (respuestas buenas a problemas humanos) ni se frena ante las
tecnologías de la muerte. Cita a Hardy:
“Se dice que una ciencia es útil si su desarrollo tiende a acentuar las
desigualdades existentes en la distribución de la riqueza o si promueve una
forma más directa la destrucción de la vida humana”.
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