lunes, 21 de enero de 2019

De noche

Después de una larga noche bregando sin éxito, tuvo lugar el encuentro con el Señor. Al poner la palabra RECONCILIACIÓN en el punto focal de nuestra perspectiva sobre el Cristo, nos situamos junto a un lago en el que unos hombres trabajan sin descanso y sin éxito alguno. Echan las redes y no hay pesca. La noche es el tiempo oscuro que atraviesa nuestras vidas cuando el conflicto no se ha resuelto con la reconciliación. Pedro dijo: “No lo conozco”. Su llanto, su dolor, se prolonga a lo largo de toda la noche. O, dicho de otro modo, todo es de noche, todo es oscuro, todo es llanto, tras la ruptura con Aquel del que también había dicho: “¿A dónde iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna”. A la vuelta de la noche, cuando la gratuidad del amor del Señor se manifieste en el día que llega, en la pesca y la red rebosante, en la comida común, Pedro tendrá que dar respuesta a esta pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Él responderá como quien constata un don recibido: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”.

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