Cuando nos situamos ante procesos de selección de personas vemos que, con cada vez más frecuencia, más que el especialista hipercompetente en su materia, buscamos personas capaces de vivir con entrega, fidelidad, capacidad de innovación y discernimiento. Asegura Brey (“La sociedad de la ignorancia”, 2009) que la especialización es la reacción defensiva ante la desmesura de la comunicación. En el mismo libro, Mayos dice: “estamos inmersos por lo que respecta al conocimiento en un inmenso proceso malthusiano: con las crecientes interrelaciones que genera la globalización e internet, el crecimiento hiperbólico en la información disponible es muy superior al de la capacidad de los individuos para procesar dicha información”. El especialista aporta en su campo, pero cada vez muestra más lo que no sabemos. Sin embargo, la persona sabia, consciente de la desmesura de la ignorancia, nos lleva por los senderos de la poesía y la crítica, camina en la incertidumbre, se refuerza en la sospecha. No olvidamos que vivimos en un puntito azul pálido.
Muy interesante. Ojalá hablaran más los sabios que dudan y menos los resabidos que creen tener siempre la verdad.
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