jueves, 19 de julio de 2018

Cambalache

En la narrativa del Éxodo, Moisés se resiste. Cuestiona la posibilidad de la misión, la capacidad personal para la misma y también la autoridad que envía (“¿Y si me preguntan quién me envía? ¿Qué les diré?). El pensamiento débil retira la posibilidad de la metafísica y no reconoce entidad a la persona o a las relaciones entre personas. Nada tiene suelo. Nada vale. Todo vale. Sin embargo, en el desierto, Moisés se descalza y escucha que se le llama por su nombre. Oye un relato de liberación y acaba por afrontar la obligación ética de las relaciones humanas (divinas). El Mediterráneo y sus cadáveres son un ruido más en el enjambre y una realidad virtual en el mundo de lo pulido. El pensamiento débil engendra respuestas que identifican al mafioso que se lucra con la persona que ayuda. En un tango del primer tercio del siglo XX, esto se llamó cambalache.

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