Popper llama “historicismo” a la historia al modo de una
ciencia de la predicción: la pretensión del materialismo histórico de juzgar la
sociedad como un proceso que tiene una meta (el paraíso socialista) es un
historicismo. Algunas personas pretenden interpretar el cristianismo como un
historicismo: juzgan la historia de estos dos mil años como un camino legible
de realización del Reino de Dios. El problema es doble: eso significa que
creemos posible una mirada a la historia total para determinar su sentido y, en
segundo lugar, supone creer que el éxito o el fracaso de determinados proyectos
históricos avala la idea de redención cristiana. Eso choca con que el Cristo,
su fundador, no triunfó personalmente y, además, defendió que lo que sucedía a
cualquiera de los menos significativos para la sociedad era, sin embargo, muy
significativo para el Reino.
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