“Deconstrucción”
es la palabra que nos pone en la pista de Derrida. Se la puede tratar como la
siguiente evolución del método estructuralista: primero, el análisis de las
estructuras rígidas subyacentes a las culturas; segundo, la genealogía de las
ciencias humanas y su objeto de investigación (“el hombre”); ahora el
vaciamiento de todo concepto al de-construirlo y mostrar los intereses que lo
pusieron en el diccionario. Así emerge el sentido político de Derrida: la distinción
entre bien y mal se deshilacha en lo lingüístico y queda supeditada a la
emoción y la decisión. Mediante la deconstrucción se hacen porosos la
democracia, el humanismo, la libertad. Pone un entreparéntesis Derrida con la
justicia: se mantendría como intuición primigenia más allá de sus formulaciones
históricas. ¿Una pretensión mística o una necesidad arbitraria?
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