Las
relaciones se programan (Bauman, “Amor líquido”, 2003). Las relaciones
amorosas no nacen de gratuidad y sorpresa: se selecciona la pareja para hacer
del amor negocio sin riesgo (Badiou, “Elogio del amor”, 2009) y se determina la
llegada del hijo o la hija a partir de un banco de genes de calidad. Los
especialistas en amor proponen relaciones al modelo de las “star-up”: seguras y
fácilmente prescindibles. El criterio no es la persona amada, sino el “me
gusta” propio. Así se hace muy relevante garantizar las condiciones de éxito y,
dada la volatilidad de los tiempos, establecer las pistas de retirada, el
itinerario para el descompromiso y el olvido. San Marcos propone acabar el
Evangelio con tres mujeres que van a la tumba y reciben una tarea: vayan y
digan que les espera en Galilea. Nada programable con seguridad. Todo
compromiso.
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