Frente a la filosofía de las cosas (neopositivismo) y la filosofía de
las ideas (idealismo y su derivación lingüística), E. Mounier propone el
personalismo. Se dedica a hacer filosofía tras la crisis del año 29: “…el crac
del 29 le hizo pensar que la crisis económica que estaba sufriendo Occidente
enmascaraba una crisis espiritual y se puso manos a la obra” (Goñi, “Las
narices de los filósofos”, 2008). Quiere
mantener el primado de la persona porque si somos solo individuos o
consumidores o elementos de una organización social, política o económica,
somos prescindibles y nuestra dignidad queda por detrás. La crisis de 2008, que
se prolonga hasta la actualidad, también es una crisis espiritual. Nuestra
primera reacción fue afirmar: más sociedad, más formación. Sin embargo, nuestra
respuesta es desregular la protección y levantar barreras.
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