miércoles, 1 de agosto de 2018

Mujer extranjera


Presenta el evangelista Marcos una escena sorprendente: una mujer, extranjera para más inri, enmienda la plana al Señor del cristianismo. Él asegura que su misión se circunscribe al pueblo de Israel; ella llama la atención con una metáfora humilde (perros que comen de lo que cae de la mesa de sus amos) sobre la necesidad de una atención más amplia. Una de las señas del cristianismo será su catolicidad, es decir, su universalidad: todos los pueblos, todas las gentes, todas las razas, hombres y mujeres, ricos y pobres. La universalidad del cristianismo no proviene de la herencia de los patriarcas; ya está apuntada en algunas interpretaciones de los profetas; pero se hace narración en esta mujer sirofenicia que corrige al que Juan denominará el “Logos”. El feminismo tiene en la teología un arma cargada de futuro. Ella, extranjera, cambia el relato.

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