La
historia político-religiosa de EE.UU. del siglo XIX se distancia de la europea.
En la carrera hacia la modernidad, los EE.UU. avanza con la ilustración de sus
fundadores. Pero el “2º gran despertar” es la continuidad de la revolución: la
religión de la gente pobre frente al deísmo ilustrado de las élites (Armstrong,
“Orígenes…”). La sociedad norteamericana se hace más religiosa. Identifica con
la espiritualidad grandes virtudes políticas: el progreso, la liberación, la
cultura, la solidaridad. En Europa, sin embargo, la brecha de Galileo y Newton
se profundiza con Kant y Darwin. Una auténtica cruzada contra la religión tiene
efectos sobre una sociedad que vive lo religioso como obsoleto y defensor del
ethos del “ancien regime”. El estudio de la religión como ciencia la desmiente.
Alguien ha confundido el discurso de sentido con el discurso científico.
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