Un amor con riesgo cero es una guerra con muerte cero (Badiou, Elogio
del amor, 2009). Al igual que la guerra muerte cero es la de los míos, el
riesgo cero en el amor es el mío. Porque, por muy cuidada que sea la
estrategia, en la guerra siempre hay muertos (del otro bando) y en el amor
siempre hay riesgo (el de la otra persona).
El riesgo cero enfría el corazón, enfría el amor (Francisco): la
solidaridad desaparece y el sentimiento, la pena, deviene en espectáculo: un
niño en las playas del Mediterráneo o asesinado por un adulto se convierte en
imagen viral y el debate habla sobre raza, etnia. Con la frialdad del corazón,
se enfría también la comunidad: las instituciones pierden valor, el servicio
público se privatiza, el bien común se oculta detrás de los intereses empresariales
o de la defensa de los derechos individuales.
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