El
término “Fundamentalismo” se aplica de suyo a los cristianos conservadores que
en el s. XX se organizan en EE.UU. sobre los cinco fundamentos (Armstrong, “Los
orígenes…”). La lectura literal de las Escrituras es central. Les lleva al
conflicto con los cristianos liberales que viven en paz con la exégesis
crítica. El capítulo más dramático es la “verdad científica” del Génesis,
centro del juicio (Dayton, 1925) que condena al maestro Scopes, y que supuso el
desprestigio del fundamentalismo. Liberales y fundamentalistas reaccionan ante
el pensamiento occidental. El fundamentalismo quiere, sin embargo, dar la
batalla con las mismas armas de la modernidad: argumentan racional y
científicamente la historicidad de la narración bíblica. De este modo, dejan
toda la cancha al cientismo y acaban dejando sin fundamento la fuerza de la fe
religiosa.
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